El Libertador tenía un sueño: convertir a América Latina en una sola patria, en una sola nación. El sueño de Bolívar jamás se hizo realidad por los intereses egoístas de las diferentes clases dirigentes criollas de los países americanos.
El sueño de Bolívar está más vigente que nunca, cuando América Latina se ha convertido en el continente de la esperanza. Hoy en día, cuando las crisis económicas de Europa y Estados Unidos ponen a temblar a los capitales del mundo, América Latina promete ser el oasis y la tabla de salvación para esos capitales que temen por la estabilidad de las llamadas superpotencias occidentales.
Bolívar no pudo ver a América Latina unida, sin embargo, y a pesar de todos los obstáculos es un propósito común de los americanos el de consolidar una conciencia como latinoamericanos. Los que nacimos en América Latina no nos sentimos lationamericanos, nos sentimos colombianos o bogotanos, o argentinos, o mexicanos, pero no tenemos ese sentimiento de pertenencia latinoamericanista.
Los lationoamericanos tenemos la misión de hacer realidad el sueño de Bolívar, para que juntos podamos afrontar las crisis globales que afectan a nuestro planeta. Si todas las naciones latinoamericanas obran de manera separada y con propósitos diferentes, pues jamás vamos a sortear los obstáculos que se presentan para alcanzar el desarrollo.
Bolívar es el símbolo del latinoamericano por antonomasia, del héroe vencedor, del soñador utópico que pudo consolidar la autonomía política de cinco Estados. El sueño de Bolívar no puede olvidarse como una mera fantasía del pasado, sino como una realidad que debemos construir para afrontar con éxito el fenómeno de la globalización.
Imagen: óleo de Bolívar de Ricardo Acevedo Bernal.